
Las normas oficiales fomentan el desarrollo tecnológico
Cuando adquirimos un producto de cualquier índole, pocas veces nos ponemos a pensar cómo se regula su calidad, qué parámetros se toman en cuenta o si solamente salen al mercado sin pasar por un proceso de revisión.
Hablando concretamente del sector automotriz, existen regulaciones, muchas de ellas emitidas por organismos internacionales o regionales que delimitan perfectamente las características de que debe reunir un componente para ser comercializado en un país o a nivel mundial.
Durante su participación en la edición 2015 del Congreso Internacional de la industria Automotriz (CIAM), Alberto Esteban Morina, Director General de Normas de la Secretaría de Economía, dijo que la función de la oficina a su cargo es generar estándares, muchos de ellos obligatorios y otros voluntarios.
La finalidad de los estándares es servir de herramientas para abrir los mercados y la competencia internacional, un ejemplo de esto es la industria automotriz donde gracias a estos mecanismos se permite el flujo de vehículos en todo el mundo cumpliendo estas normas de calidad.
La Dirección General de Normas utiliza como referencia las regulaciones que emiten organismos internacionales o regionales.
Muchas empresas que tienen intenciones de exportar sus productos deben cumplir con las normas que exige el país de destino, sin embargo en ocasiones no tienen una referencia nacional porque aquí no está regulado su producto.
En el caso de la industria de autopartes, Morina señaló que cuando se logre que las normas representen el estándar internacional, los fabricantes de partes y autopartes nacionales podrán exportar a otros países sin mayor problema, sobre todo si éstas están armonizadas con las de la industria. Lo ideal es que poco a poco las regulaciones internacionales confluyan.
Pero también hay otro aspecto importante, las normas no solamente se aplican a lo que se produce en México, también sirve para controlar y revisar lo que llega a nuestro país y de esa forma dar certidumbre al consumidor que el producto que está comprando cumple con requisitos mínimos de calidad que garantiza su buen funcionamiento.
Cuando no existen normas que se apliquen a distintos productos se deja el campo abierto para que se comercialicen aquí lo que en otros países ya no se puede vender y que muchas ocasiones es de una calidad ínfima y puede significar una situación de riesgo para el consumidor, un ejemplo de esto son las autopartes.
Si la pieza se vende en nuestro país gracias a la inexistencia de una regulación, al ser utilizada en un vehículo, puede tener un tiempo de vida corto lo que provoca un gasto adicional para el consumidor, pero si se trata de un componente relacionado con un sistema de seguridad, la integridad de los ocupantes o personas que se encuentren en su entorno está en peligro.
Falta mucho por hacer, recientemente se expidió la norma de seguridad automotriz, y “el siguiente paso es iniciar una Norma Oficial Mexicana (NOM), que tenga como objetivo certificar todas las autopartes que puedan representar un tema de riesgo en el vehículo”, dijo Morina.
El funcionario exhortó a los fabricantes de autopartes a colaborar en el diseño de esta regulación dando sus comentarios cuando se haga la consulta pública correspondiente e indiquen lo que hay que cambiar para mejorar ese proyecto de norma.
Por último, Esteban Morina explicó que las normas pueden también servir como impulsoras del desarrollo tecnológico y la investigación como sucede en Estados Unidos, Alemania y China, donde existen 60,000 estándares en el caso de los dos primeros y 100,000 para el país asiático.