Bosch: 100 años de motores de arranque

Hace un siglo, en marzo de 1914, Bosch introdujo en el mercado su primer motor eléctrico de arranque para automóviles. Esto significó un paso de gigante para la electrificación del automóvil, que haría la conducción más cómoda y segura. Los motores eléctricos de arranque supusieron un gran alivio para los automovilistas de esa época. Hasta entonces, arrancar un pesado y voluminoso motor conllevaba un gran esfuerzo, pero a partir de ese momento, los conductores ya no necesitaban hacer ese esfuerzo para conseguir arrancarlos. Es más, con el sistema de arranque manual siempre cabía el riesgo de que la manivela se resbalase o saliese disparada, pudiendo causar graves lesiones.

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La energía eléctrica para los nuevos motores de arranque provenía de la batería del vehículo, que era parte del sistema Bosch de encendido. Sólo un año antes, Bosch había lanzado al mercado este sistema independiente de alimentación. Mientras que los primeros motores de arranque pesaban casi diez kilos y proporcionaban apenas 0,6 kilovatios de potencia, los de la gama actual pesan entre 1.9 y 17 kilogramos y cubren un rango de potencia de 0.8 a 9.2 kilovatios, lo que demuestra hasta qué punto ha avanzado esta tecnología.

Otros fabricantes ya habían intentado hacer lo mismo y, a pesar de que los resultados de sus esfuerzos eran relativamente eficaces, estos aún resultaban inadecuados para un uso diario y una producción en serie. Así que si Bosch actuaba con rapidez, podría desarrollar un mejor prototipo de su propio motor de arranque.

El fin del arranque manual

No era raro que los automovilistas se lesionasen cuando el motor renquease en lugar de arrancar, ocasionando que el pesado mango de la manivela los golpease. En una época en la que muchas personas aún no confiaban en los automóviles, que habían sido introducidos hacía poco tiempo al mercado, tal riesgo podría empañar fácilmente la imagen pública de estos. Los propietarios, predominantemente individuos ricos que estaban empezando a tener un mayor interés en conducir sus propios coches en lugar de tener chófer, exigieron una alternativa más eficaz. El nuevo motor eléctrico de arranque podía ser utilizado de forma segura y fiable, primero por medio de un pedal y poco después presionando un botón.

Inicialmente, la mayor parte de la demanda de motores de arranque llegó de Norteamérica. Esta fue razón suficiente para que, en 1914, Robert Bosch aumentase la producción de motores de arranque en la planta que la empresa construyó en Plainfield, Nueva Jersey. Al principio, las ventas del nuevo dispositivo fueron moderadas; en 1927, Bosch ya había vendido aproximadamente 11.000 unidades. Paulatinamente, el motor de arranque fue ganando una mayor aceptación y en 1933 se vendieron casi 550.000 unidades. Sin embargo, aún fueron necesarias décadas para que las manivelas de arranque desapareciesen completamente de las carreteras del mundo.

Los motores de arranque ahorran combustible

En 2007 comenzó la producción en serie de motores de arranque especialmente diseñados para ser utilizados en los sistemas Start/Stop. Para ahorrar combustible, este sistema detiene el motor cuando el vehículo está parado. En cuanto el conductor pisa el acelerador, el motor arranca de nuevo, de forma rápida, silenciosa y automáticamente. Con el fin de lograr una mayor reducción de consumo de combustible y de emisiones de CO2, los ingenieros de Bosch están trabajando en ampliar gradualmente la capacidad de parada del motor. En lo que se conoce como modo de “conducción a vela”, el motor inicialmente se apagará cada vez que el vehículo ruede por inercia hasta detenerse. Más tarde, esta función se extenderá para poder parar el motor incluso cuando el vehículo esté en carretera, siempre que el pie del conductor no esté pisando el acelerador.

Hoy en día, Bosch fabrica cada año más de doce millones de motores de arranque que son instalados en al menos uno de cada cinco nuevos vehículos en todo el mundo.